Algunas veces conocemos personas que se encuentran mutiladas emocionalmente y no nos explicamos cuál es la razón. Muchas de ellas tienen todo lo que necesitan, sin embargo, emocionalmente muestran inconformidad, inseguridad, extrema preocupación y/o miedo. Entonces, ¿cuál podría ser el problema con ellas?
Para dar respuesta a esa pregunta, nos debemos remontar a su primera infancia e identificar la relación que tuvieron con su padre, madre y/o tutor. Cuando estas personas, responsables de proporcionarles amor, cariño, comprensión, comunicación, protección, respeto y seguridad vulneran las emociones de sus hijas e hijos, lo que hacen es lastimar, mutilar y marcar la vida de sus pequeños para siempre.
Las niñas y niños que han sido emocionalmente mutilados por sus responsables, se convierten en personas incapaces de mostrar afecto y recibirlo con seguridad. Son personas con dificultad para dar un abrazo, para expresar a las personas de su alrededor cuánto les aman, de desarrollar habilidades blandas que ayudan a la comunicación entre pares, a la solución pacífica de problemas y a ser empáticos con las necesidades de su prójimo.
La primera infancia corresponde desde la etapa prenatal hasta los 8 años de edad. Este es el periodo más importante en el desarrollo humano porque lo que la niña o niño experimenta influye en el resto de su vida.
Durante la primera infancia, el cerebro está tomando forma con una velocidad que nunca más será igualada. Es fundamental tener presente que existe una fuerte conexión entre el desarrollo psicoemocional que un niño experimenta en los primeros años de vida con el nivel de éxito en la escuela y en la vida adulta.
Pero, para que las niñas y niños crezcan holísticamente deberán desarrollarse en cuatro dimensiones y aquí te vamos a hablar de cada una de ellas y lo vamos a ejemplificar con dos pasajes bíblicos:
Como padres, madres y tutores debemos apoyar a las niñas y niños en el desarrollo de cada una de estas dimensiones con el objetivo de lograr que crezcan integralmente.
En La Biblia encontramos ejemplos de dos niños que alcanzaron un desarrollo integral en las cuatro dimensiones mencionadas: el Antiguo Testamento, en el 1er libro de Samuel leemos “por su parte el niño Samuel seguirá creciendo y ganándose el aprecio de Dios y de la gente” y en el Nuevo Testamento en el Evangelio de San Lucas 2:52 dice “Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente”.
Primeramente, crecían en sabiduría y esto va más allá del conocimiento de hechos, pues llega hasta al entendimiento, es decir que crecían en la dimensión cognitiva. En esta dimensión las niñas y niños, a través, del experimento conocen su entorno y van descubriendo e integrando nuevos conceptos.
La segunda área de crecimiento en Samuel y Jesús es el bienestar físico y motor. En nuestros hogares debemos estar pendientes que nuestras niñas y niños tengan un desarrollo físico y motor adecuado. Podríamos ir evaluando este desarrollo paulatinamente con ejercicios simples: saltar en un lugar y lanzar la pelota, subir escaleras sin apoyo de la mano, pedalear en triciclo y realizar juegos fáciles como equilibrio, rompecabezas, entre otros.
La tercera área de desarrollo que podemos encontrar en el texto bíblico es la dimensión emocional y social, puesto que el favor divino implica una relación saludable con Dios lo que va a dar como resultado una relación respetuosa y saludable con su prójimo.
Es de suma importancia que esta área sea trabajada con mucha fuerza desde la niñez porque somos seres sociables y desde temprana edad debemos aprender a relacionarnos con nuestros pares libres de chantajes emocionales, agresiones o actitudes violentas.
Es aquí donde se deben fomentar relaciones en el marco del amor y respeto con las personas cercanas. Esto nos ayudará a tener una actitud resiliente ante las dificultades que la vida nos presenta y a ser personas que puedan expresar y administrar correctamente sus sentimientos y emociones.
En el texto bíblico también se aborda el desarrollo del lenguaje y la alfabetización, tanto Jesús como Samuel siendo niños, realizaron un diálogo intergeneracional, se comunicaron con personas mayores expresando sus ideas y adquiriendo conocimiento, aprendiendo a través de la escucha activa.
Desde el hogar podemos ayudar a nuestras niñas y niños a desarrollar esta dimensión, por medio del canto, los cuentos cortos y los poemas. Con esos recursos, podrán desarrollar su imaginación y darnos la oportunidad de preguntas de comprensión para lograr que contesten aquello que entendieron del cuento o historia.
El hecho de que Samuel y Jesús crecieron en cada una de estas dimensiones demuestra que tuvieron un papá, mamá y/o tutor que les dieron la atención, el amor y la protección que necesitaban para desarrollarse plenamente.
Al tener presente la importancia de la primera infancia de nuestras hijas e hijos, es vital que, como mamá, papá y/o tutor aportemos a su desarrollo holístico y trabajemos junto a ellos, para formarlos como personas hábiles para obtener un desarrollo multidimensional e integralmente.
Maslow, en su pirámide de las necesidades, expresa que para que una niña y niño pueda alcanzar su máximo potencial es necesario que sus tutores les garanticen la satisfacción de sus necesidades vitales (alimentación, agua, descanso, higiene), y parte de estas necesidades son también las emocionales.
Las niñas y niños deben crecer en ambientes de seguridad, que no se sientan amenazados, sin agresiones; que puedan crecer con mucho amor y sentido de pertenencia, de esta manera se fortalece su autoestima, confianza, y respeto.
¿Qué te pareció el artículo? Te invitamos a compartirnos tu opinión y esas acciones que desarrollás junto tus hijas e hijos para aportar a su desarrollo holístico ¡Nos encantará leer tus experiencias!
* La autora es Facilitadora del Programa Técnico Niñez Educada Durante y Para la Vida – World Vision Nicaragua