Durante los últimos meses hemos sido inundados con información sobre el impacto del Covid-19 en la humanidad. Nos llegan noticias sobre personas que han muerto y que sus seres queridos no tuvieron la oportunidad de despedirse, pues las autoridades sanitarias las sepultaron de forma inmediata; dejando un enorme vacío emocional y lamentaciones por lo que se pudo hacer o decir y no se hizo para demostrar afecto por quien se ha ido.
Esta realidad se acerca más a nosotros cada día, generando ansiedad y temores, ante una pandemia que afecta por igual, a todos los estratos de la sociedad.Entre las medidas de contención de la pandemia se promueve el permanecer en casa en tanto sea posible; sin embargo, esto puede poner a prueba la convivencia, con riesgos de aumento en la violencia intrafamiliar y el abuso.
Dedicar espacios de tiempo para reflexionar juntos, jugar, adorar a Dios, hacer tareas de forma compartida, son formas de aprovechar el tiempo y capitalizar la oportunidad de permanecer periodos largos dentro de casa.
El impacto de esta pandemia va más allá de la salud y afecta especialmente la economía familiar, ya sea por la pérdida de empleo, fuente de ingreso, o incluso, la muerte de los padres o cuidadores de los niños. Estas implicaciones alcanzarían a la familia extendida (tíos, abuelos, primos, etc.), ya que algunos miembros, tendrían que asumir la responsabilidad por el cuidado de los niños que queden desprotegidos.
Al conmemorar el Día Internacional de la Familia, podemos reflexionar sobre la fuerza de los lazos que mantienen unidos a los miembros de la misma, ya sea que estén juntos o dispersos físicamente; pues con los medios electrónicos disponibles, se tiene la capacidad para mantener una comunicación virtual en todo tiempo, aunque se sabe que podemos estar conectados, pero incomunicados.
Los desafíos para mantener la unidad familiar son crecientes al competir con las redes sociales que se estructuran virtualmente y cuyo flujo de información absorbe con características de adicción a los participantes.
Aprovechemos esta crisis para fortalecer las relaciones familiares con el vínculo del amor, de tal manera que podamos ejercitarnos en los frutos del Espíritu Santo que son "caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo" (Carta a los Gálatas 5:22-23, Santa Biblia).
* El autor es Director Nacional de World Vision Nicaragua.