A lo largo de nuestra vida vamos a enfrentar diversas situaciones que nos generen estrés, confusión, tristeza o inconformidad. Ante ello, la capacidad de ser resilientes es lo que nos ayudará a enfrentarlas. Sin embargo, la resiliencia es una capacidad interna que se debe potenciar desde la primera infancia, y padres, madres y/o tutores son los responsables de ayudar a la niñez en este proceso.
Si tenés hijas e hijos, este artículo es para vos. Te compartiremos una entrevista realizada a Haydeé Calderón, psicóloga, Especialista de Acompañamiento Psicosocial y Psicoemocional de World Vision Nicaragua; en donde puntualiza 10 consejos para desarrollar la capacidad de resiliencia en tus pequeños.
Pero antes dejemos claro:
- ¿Qué es la resiliencia y por qué es tan importante?
Es la capacidad que tiene el ser humano para hacer frente a las situaciones adversas de la vida, y poder superar estas situaciones obteniendo aprendizajes y transformaciones personales que los fortalecerán emocionalmente.
Entendemos como situaciones adversas todas aquellas que generen estrés, ansiedad, temor, angustia, etc.
La resiliencia es una capacidad que, en la etapa de la infancia, está en proceso de formación, al igual que las demás habilidades blandas.
La importancia de fortalecer la capacidad de resiliencia desde una temprana edad, es que este proceso permitirá que las niñas y niños crezcan y se conviertan en adultos conscientes de sus emociones, responsables de las consecuencias de sus actos y decisiones; y sobretodo, que cuenten con los recursos personales para hacer frente a las experiencias adversas que vienen con la vida misma.
- ¿Cuáles serían las condiciones necesarias para criar niñas y niños resilientes?
De forma general, es indispensable que los padres, madres y/o tutores aseguren las siguientes condiciones para potenciar la capacidad de resiliencia en sus hijas e hijos:
- Sentido de protección: Las niñas y niños deben sentirse en un entorno afectivo que les asegure amor, afecto y protección física y emocional. Un niño que crece en un entorno donde se siente amado y protegido incondicionalmente, será una persona más segura de sí misma y, en consecuencia, más resiliente.
- Evitar los extremos (negligencia – sobreprotección): Caer en los extremos mermará en gran manera el desarrollo de personas resilientes. La negligencia despertará en el niño sensaciones de temor, abandono e inseguridad. Por otro lado, la sobreprotección no permitirá que afronte emociones inevitables como la decepción, la tristeza, el enojo, la frustración, y, por ende, no aprenderá cómo lidiar con ellas. De igual forma, desligarles de las consecuencias de sus actos por no verlos “sufrir”, provocará que no tomen responsabilidad de sus decisiones de vida, ni sientan que tienen control de la misma; y se refuerce en ellos el huir de los problemas, en lugar de afrontarlos.
- Enseñar con el ejemplo: Ser resiliente requiere habilidades de inteligencia emocional, como el reconocimiento de las emociones y la autorregulación de las mismas. Padres y madres que no han trabajado en desarrollar estas capacidades, difícilmente podrán reforzarlas en sus hijos. Papá y mamá deben tener la capacidad de enfrentar diversos estados emocionales y sobreponerse a estos, y a los problemas del día a día, para poder ayudar a sus pequeños a hacer lo mismo.
Ahora sí, manos a la obra:
10 consejos para desarrollar la resiliencia en tus hijos e hijas.
1 • Brindar oportunidades para que las niñas y niños hagan actividades por sí mismos: En ocasiones las niñas y niños se equivocan al realizar una asignación y los padres deciden realizarlas por ellos. Esto no propicia el sentido de autonomía y minimiza la percepción del niño de ser competente para la tarea asignada.
Hay que permitir que la niña o el niño hagan la tarea asignada, aunque se equivoque, e ir enseñándole poco a poco, y con paciencia, cómo mejorar.
2 • Validar las cualidades de la niña y el niño, y confiar en sus capacidades: reconocer las cualidades y habilidades que tienen, celebrarlas y felicitarlos, pero sin caer en las falsas alabanzas.
Parte de ser resiliente es aprender a reconocer, tanto nuestras fortalezas como las propias limitaciones. Hay que ser realistas en los cumplidos que les damos para evitar que estos cumplidos pierdan su razón de ser, y para evitar también crear la expectativa irreal de que debemos ser “buenos en todo” o “los mejores en todo”.
3 • Permitir que tomen decisiones acordes a su edad: Darles la oportunidad de decidir sobre aspectos relacionados directamente con su vida: permitir que elijan su vestimenta, organicen su cuarto a su gusto, elijan sus cuadernos, etc. Esto permite que ellos se sientan tomados en cuenta, aprendan a hacer una elección frente a diferentes opciones, y a asumir la responsabilidad que viene con la libertad de decisión.
4 • Permitirles equivocarse y asumir acciones que enmienden la situación: Es importante ayudarles a reconocer sus errores y sus malas conductas; partir de éstas y conversar sobre posibles soluciones que pudiesen poner en práctica para enmendar el error, o sobre conductas alternativas para no volver a ese comportamiento. Podemos construir en conjunto, con las niñas y niños, acciones concretas que fomenten la mejora personal y el asumir la responsabilidad de sus actos.
Es importante también que padres y madres dejen que sus hijas e hijos asuman las consecuencias naturales de sus actos, es decir cualquier efecto que ocurra naturalmente, sin la interferencia del adulto. Por ejemplo, si no quiere comer, más tarde tendrá hambre; si pierde su juguete favorito (y no se le repone), ya no lo tendrá para jugar.
Con las consecuencias naturales las niñas, niños y adolescentes aprenden a ser conscientes de cómo su comportamiento les afecta a ellos y también a otros.
5 • Evitar ridiculizarlos y hacerlos sentir culpables: En ocasiones se cree que ridiculizar a la niña o al niño en público, es una forma de corregirlos. Sin embargo, estas acciones atentan contra su autoestima. Una cosa es ayudarles a reconocer sus errores y otra es devaluarlos.
Hay que enfocarse en corregir su conducta, no en condenar a la persona.
6 • Evitar comparaciones: Cada niña y niño tiene características, comportamientos y habilidades que los diferencian de otros. Por ello, debemos evitar compararles con sus hermanos o hermanas, u otros.
7 • No eliminar todas las incomodidades: Hay que permitirles que experimenten pequeños disgustos y frustraciones (siempre y cuando no estén expuestos a un riesgo grave), para que aprendan a lidiar con estas emociones. Por ejemplo, en los juegos, permitirles tanto la experiencia de ganar como de perder. Es normal que puedan sentirse un poco enojados y frustrados por no ganar, pero esos pequeños eventos los van preparando para los altibajos que vienen con la vida misma.
En esos momentos, sin embargo, no hay que ridiculizarlos. Al contrario, es donde se tiene que aprovechar para hacerles ver que en la vida no siempre se va a ganar o que las cosas no siempre van a salir como ellos quieran, y que aun así podemos procurar aprender más y hacerlo mejor la próxima vez.
8 • Orientarles a expresar sus emociones: Hay que orientarles y darles apertura para que expresen su enojo, tristeza, decepción, etc., incluso hacia papá y mamá.
Debemos validar sus emociones, diciéndoles que está bien sentirse triste, molestos o frustrados, a veces; y ayudarles a expresarlas asertivamente: diciendo cómo se sienten, pero sin ofender o agredir a otros, ni a sí mismos. También es importante recordarles que ahorita quizá se sientan mal, pero que eso pasará luego de un tiempo.
Lo que no se debe permitir son conductas que transgredan las normas de la casa. Es decir, aunque esté molesto no hay que permitirle gritar o actuar de forma violenta. Si decide tomar un tiempo y no hablarle a mamá o a papá porque está molesto con ellos, eso está bien. Hay que darles un espacio para que asuman la emoción y orientarles en formas más aceptables y adecuadas para canalizarla, como dibujar o pintar algo para calmarse, tomar un tiempo para jugar a solas en su cuarto, etc.
9 • Evitar transmitir temores propios: Mamá y papá pueden realizar trabajo personal para identificar sus propios miedos, y evitar transmitirlos a sus hijas e hijos.
10 • No acceder siempre a sus exigencias: Es importante que papá y mamá cumplan con los límites que han definido para la crianza de la niña o el niño. Si se siente enojado por no haber recibido algo que pidió, es importante que lo dejemos expresarse e incluso, consolarlo si es necesario; pero, no se debe caer ante sus exigencias.
Si sus exigencias o comportamiento transgreden el sistema disciplinario de casa, hay que ayudarle a reconocer su error y a que encuentre formas para cambiar esa actitud.
¿Qué te parecieron estos consejos? ¿Estás implementando alguno de ellos en la crianza de tus hijas e hijos? Recordemos que la resiliencia es una capacidad que se debe trabajar de manera constante durante el proceso de crianza.
Si quisieras abordar el tema de la pandemia del COVID-19, te recomendamos que hablés con tus hijos e hijas con sinceridad, que reconozcan en conjunto los cambios que ha traído a la rutina familiar y, sobretodo, que extraigan aspectos positivos que también han derivado de ella, como mayor tiempo en familia, la solidaridad que se haya tenido con una persona desfavorecida, etc. Es importante motivarlos y darles el ejemplo de extraer, aun de una situación negativa, aspectos positivos.